niños indigo
Niños Índigo: ¿realidad o ficción? Ricardo Babarro, Biólogo La influencia social de la Nueva Era no es un factor despreciable cuando se trata de envolver con su edulcorada mitología aspectos vitales de la sociedad. Recientemente ha surgido un concepto creado por parasicólogos y aprovechado por escritores de best sellers, conocido como “niños índigo", una especie de mesianismo esotérico que atribuye a estos niños la categoría de nueva raza superior, “con un alto potencial intelectual y una nueva conciencia interna” destinada ni más ni menos que a salvar el mundo “rompiendo los antiguos esquemas sociales que atan a la humanidad para lograr mediante su transformación abolir la infelicidad en la Tierra”. Contra toda sensatez, esta idea está despertando entusiasmo en ciertos círculos de la psicopedagogía. Grupos cada vez mayores de educadores y sicólogos infantiles se han plegado a este tipo de ideas, sin sentarse a analizar si se trata de un fenómeno científicamente comprobable, de una nueva creencia dentro del mundo de lo paranormal y espiritual, o si simplemente es un negocio más, basado en la necesidad de creer que somos especiales y en la explotación del orgullo de los padres para con sus hijos. ORIGEN DE LA IDEA El termino “índigo” fue inventado en 1982 por Nancy Ann Tappe, una pendeja "parasicóloga" que desarrolló un sistema para clasificar la personalidad de las personas de acuerdo a al color de su “aura”. Según ella, las auras han estado saliendo y entrando de la Tierra a través de la historia, pero las de color índigo comenzaron a aparecer en los años 1980 y su número aumenta rápidamente. Pero no fue sino hasta 1999 cuando apareció un libro titulado “Los Niños Índigo”, cuyos autores, Lee Carroll y Jean Tober, popularizaron la idea de una nueva generación espiritual de características especiales, destinada a mejorar el mundo. Este libro se originó sobre la base de relatos de “extraños” comportamientos por parte de niños, reportados por maestros y sicólogos que asistieron a sus seminarios. Así, describieron presuntos atributos sicológicos “poco usuales” y patrones de comportamiento “no documentados con anterioridad”. El libro no es más que una colección de ensayos y entrevistas a “expertos” en la materia, principalmente personas dedicadas la “sanación espiritual”, “canalizadores” (modernos mediums espiritistas), “terapia de ángeles” y “terapias alternativas”. Según los autores, los patrones de conducta distintivos de los niños índigo son: • Llegan al mundo sintiéndose reyes, y a menudo se comportan como tales. • Tienen la sensación de merecer estar donde están, y se sorprenden cuando los demás no la comparten. • No tienen problemas de valoración personal, a menudo le dicen a sus padres quiénes son. • Les cuesta aceptar la autoridad que no ofrece explicación ni alternativa. • Se niegan a hacer ciertas cosas, como por ejemplo esperar en una fila. • Se sienten frustrados con los sistemas ritualistas que no requieren un pensamiento creativo. • A menudo encuentran formas mejores de hacer las cosas, tanto en la casa como en la escuela. • Parecen ser antisociales, a menos que se encuentren con personas como ellos. • No reaccionan ante la disciplina de la culpa. • No son tímidos para manifestar sus necesidades. Es fácil darse cuenta de que todas estas características son demasiado ambiguas y comunes en niños pequeños como para definir un patrón especial, y muchas de ellas, como se verá más adelante, describen parcialmente el comportamiento de niños con Síndrome de Déficit de Atención e Hiperactividad (SDAH). Sin embargo, algunas conductas atribuidas a estos niños, que incluyen comportamiento antisocial, problemas de autoridad, egoísmo, etc., describirían fácilmente a un delincuente en potencia. Entre otras características atribuidas a los niños "índigo" se cuentan una inteligencia y creatividad superiores, sistemas inmunológicos “mejorados”, y hasta atributos paranormales. Todo esto señala perfectamente las peligrosas implicaciones del concepto de los niños índigo. La idea de predestinación, de vana superioridad, de libertad absoluta y falta de respeto por la sociedad, serían las consecuencias más dañinas si este enfoque llega a penetrar la sicología educativa actual. Si bien el autoritarismo excesivo es contrario a una educación adecuada, el otro extremo es tanto o más peligroso, redundando en la alienación y frustración casi segura de grandes números de estos niños, adolescentes y adultos, al descubrir que en realidad son tan ordinarios como cualquiera de nosotros. Sin duda, la afirmación más extraordinaria es que esta nueva “raza superior” está provista de un sistema inmunológico mucho mejor dotado, que impide que enfermen en lo absoluto. Si en efecto estos niños son una “nueva raza biológica” además de espiritual, tal sería una excelente prueba de su existencia y origen especial. La única mención hallada de un caso particular (aunque sin referencia bibliográfica específica) es acerca de las presuntas pruebas realizadas en una fecha que no se especifica en la Universidad de California-Los Ángeles (UCLA), donde supuestamente se expusieron células de niños índigo (tampoco se especifica qué tipo de células: piel, sangre, etc.) a virus del SIDA y células cancerígenas (no se especifica de qué tipo), “las cuales no afectaron en modo alguno las células de los infantes.” Ante tan trascendental descubrimiento en la historia de la medicina mundial, buscamos en la página web de la referida universidad, pero no se pudo encontrar referencia alguna relativa a este pretendido experimento, o siquiera alguna reseña sobre los niños índigo. Tampoco se encontró ninguna referencia de tan extraordinarios resultados consultando las páginas web de la Biblioteca Nacional de Medicina de los EE.UU. (U.S. National Library of Medicine) y los Institutos Nacionales de Salud (National Institutes of Health), las cuales contienen referencias y resúmenes de investigaciones publicadas en 4.600 revistas biomédicas en el ámbito mundial. Un descubrimiento de esta importancia no hubiera pasado desapercibido para la comunidad médica mundial y sin duda los investigadores serían merecedores del Premio Nóbel, por lo que se puede deducir sin mayores dudas que se trata de una afirmación falsa. Dentro de las características sicológicas se atribuye a los niños índigo un desarrollo mental acelerado que les permite adquirir habilidades motrices antes de la edad respectiva, y por lo mismo su inteligencia es muy superior a la promedio. Adicionalmente se les atribuyen facultades extrasensoriales como clarividencia, telepatía, etc. Cualquier escepticismo sobre estas afirmaciones se despejaría si se realizaran pruebas estadísticas, comparando tests de inteligencia entre niños “índigo” y comunes, partiendo del supuesto de que tengan similar alimentación, cuidado paterno y educación. Habría que realizar ensayos doble ciego* en los que se encomendaría a uno o varios “iluminados” que puedan “ver las auras” para que se elija, según su criterio, un número suficiente de niños índigo. De igual manera se seleccionaría un grupo similar de niños “no índigo”. A estos dos grupos se les aplicarían tests de inteligencia y se analizarían los resultados. En ninguna fuente de información sobre niños “índigo” se menciona la realización de este tipo de sencillas pruebas; solo se hacen simples afirmaciones sustentadas en la nada. Con relación a las aptitudes parasicológicas, numerosos estudios científicos controlados acerca de telepatía, telequinesis, etc. han demostrado repetidamente que no se trata de fenómenos reales sino de creencias, o en la mayoría de los casos, simples fraudes. CONSECUENCIAS PARA LA EDUCACIÓN Para entender la actual popularidad de esta idea, es necesario analizar por qué se asegura que los niños que sufren de SDAH son en realidad “niños índigo”. La natural resistencia de los padres a reconocer que sus hijos puedan tener problemas neurológicos explica que algunos prefieran creer en explicaciones alternativas, sin ningún tipo de evidencia científica que las apoye, pero que les ofrezcan las respuestas que quieren escuchar: que sus hijos no tienen problemas sino que son seres especiales, procedentes de otros planos espirituales, incomprendidos por la medicina moderna. Además, en Estados Unidos existe actualmente una corriente de opinión contra el uso del Ritalin (medicamento utilizado desde 1950 en casos graves de hiperactividad), acicateada por promotores de terapias alternativas y defensores de la Nueva Era, quienes sostienen que los tratamientos “naturales” son más efectivos que las drogas creadas y probadas científicamente. Parece que esta histeria que rodea el uso del Ritalin se ha incrementado por la cobertura sensacionalista de algunos medios de comunicación, y eso ha hecho posible que un libro tan intrascendente como Los Niños Índigo sea tomado en serio. Simplemente escribieron lo que! muchos padres y maestros querían oír y creer, lo adornaron con auras azules y genios salvadores del mundo, y lo publicaron en el momento correcto. Hay peligros reales al tratar niños que sufren SDAH con ideas metafísicas y no con medicina moderna. Los infantes con este síndrome, si no son atendidos adecuadamente, con frecuencia experimentan disminuciones en su coeficiente intelectual y rendimiento académico, resultando en una alta probabilidad del uso de drogas cuando llegan a adolescentes y adultos. Enseñarle a los niños que son capaces y especiales puede ser positivo para su autoestima, siempre y cuando no se les inculque que son superiores a nadie. Sin embargo, muchos niños desarrollan problemas por causa de las expectativas irreales de sus padres, que los presionan y los frustran. El caso de los “niños índigo” sería lapidario. Tampoco hay que olvidar todas las implicaciones económicas de esta y otras creencias de la Nueva Era, que incluye seminarios, talleres de autoayuda, libros, revistas y páginas web que promocionan la idea para captar padres y educadores. Incluso existen “escuelas” con programas de educación “especial” para niños índigo (bastante costosas por cierto), basadas en esta creencia. Para colmo, en Venezuela, en mayo de 2003, la Universidad de Los Andes –a través de su Facultad de Humanidades y Educación– avaló un taller al respecto dictado por gurus de la Nueva Era, dándole “respetabilidad” al tema pero restándosela a la universidad. Si! esta es la tendencia de los educadores modernos, estamos en graves problemas.
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