antimodernismo 1
Los católicos despedazados Parece que desde el Vaticano II, el católico se encuentra constantemente en la necesidad de elegir entre la verdad y la "obediencia", entre ser hereje o ser cismático. Así, para limitarnos a algunos ejemplos, tuvo que optar entre la encíclica Pascendi de San Pío X, que condena al modernismo "que recoge todas las herejías" y la actual orientación eclesial, abiertamente modernista, la cual, por medio del órgano de la Santa Sede, no cesa de alabar al modernismo y a los modernistas (1) y de denigrar a San Pío X, cuya encíclica fue acusada en substancia, con ocasión de su 70º aniversario, de no respetar la Historia. (2). Debió elegir entre el Monitum del Santo Oficio de 1962 que condenaba las obras del jesuita Teilhard de Chardin, en cuanto "están llenas de tales ambiguedades e incluso de errores tan graves que ofenden la doctrina católica", y la actual corriente eclesial que no duda en citar esas obras, hasta en los discursos pontificios, y que con motivo del centenario del nacimiento del jesuita "apóstata" (R. Valneve), exaltó, por medio de una carta del Cardenal Casaroli, Secretario de Estado de Su Santidad, la "riqueza de pensamiento" y el "inigualable fervor religioso" (3) que contienen, suscitando así la reacción de un grupo de cardenales (4). Tuvo que optar entre la invalidez, que ya estaba definida, de las ordenaciones anglicanas (5) y la actual orientación eclesial en virtud de la cual en 1982, un Pontífice Romano, por primera vez, ha participado de un rito anglicano en la Catedral de Canterbury, bendiciendo a la multitud con el Primado laico de esta secta herética y cismática. En la alocución de bienvenida, dicho Primado había reivindicado para sí el título de sucesor de San Agustín (6), el católico evangelizador de la Inglaterra católica,(7) sin ser contradicho. Tuvo que optar entre la condena ex cathedra (8) de Martín Lutero y la actual corriente eclesial, la cual, celebrando el quinto centenario del nacimiento del heresiarca alemán declaró, por medio de una carta firmada por S.S. Juan Pablo 11, que hoy, gracias a las "investigaciones comunes de sabios católicos y protestantes ... aparece la profunda religiosidad de Lutero". (9) Tuvo que elegir entre la historicidad de los Evangelios que "la Santa Madre Iglesia de manera firme y absolutamente constante ha afirmado ya firma..y testimonia sin dudar" (10), y la actual orientación eclesial que niega escandalosamente esta historicidad en el documento publicado el 24 de junio de 1985 por la Comisión Pontificia para las relaciones religiosas con el Judaísmo.(11) Tuvo que optar entre la Santa Escritura, la cual declara a los judíos incrédulos "que odian a Dios", según el Evangelio, y la actual orientación eclesial, la cual en el discurso del primer Papa que visitó la Sinagoga de Roma, descubre que los judíos todavía incrédulos son los "hermanos mayores" de los católicos ignorantes (12). Tuvo que elegir entre el primer mandamiento:"Tú no tendrás otros dioses delante de Mí", parejo del deber que desde la Redención obliga a todos los hombres a dar el culto que le es debido "en espíritu y en verdad", y la actual orientación eclesial en virtud de la cual, invitados por un Pontífice Romano, en las iglesias católicas de Asís fueron practicadas todas las formas, incluso las más graves, de superstición: desde el falso culto de los judíos, quienes en la era de la gracia pretenden honrar a Dios negando a Cristo, hasta la idolatría de los budistas adorando a su ídolo viviente sentado con la espalda hacia el Tabernáculo, cuya lámpara encendida indicaba la Presencia Real de Nuestro Señor Jesucristo (13). Tuvo que optar entre el dogma católico "Fuera de la Iglesia no hay salvación" y la actual orientación eclesial que ve en las religiones no cristianas "vías de acceso a Dios" y las declara "también venerables", incluso a las religiones politeístas (14). Tuvo que optar entre la enseñanza constante de la Iglesia según la cual los herejes y/o cismáticos están "fuera de la Iglesia Católica" (15), y la actual orientación eclesial según la cual entre "las diversas confesiones cristianas" no existe más que una diferencia de..."profundidad" y de "plenitud de comunión" (16) y para la cual, en consecuencia, las diversas sectas heréticas y /o cismáticas deben ser "respetadas (...) en tanto que son Iglesias y comunidades eclesiales" (17). Detengámonos aquí pues sería imposible enumerar todas las elecciones que se impusieron y se imponen a cada paso al católico. Nuestro periódico las señala desde hace 14 años y Romano Amerio hace la suma no exhaustiva en las 636 páginas de su Iota Unum, estudio de las variaciones de la Iglesia Católica en el siglo XX (18). En el conflicto que surgió entre "obediencia" y verdad, los católicos mejor informados eligieron la verdad, seguros en su sensus fidei de que sólo la verdad asegura la unión con la Cabeza invisible de la Iglesia que es Cristo. Son .por eso calificados como "'tradicionalistas" y reputados incapaces de distinguir entre la Tradición divina y las tradiciones humanas; entre lo que es irreformable y lo que está sujeto al cambio dentro de la tradición de la Iglesia; entre la evolución homogénea y la evolución heterogénea del dogma; tachados de desobedientes y hoy, además, de excomulgados y cismáticos. Ellos saben bien que esto no corresponde a la realidad y que no son cismáticos, es decir "VOLENTES PER SE ECCLESIAM CONSTITUERE SINGULAREM" (19); ellos no tienen ningún deseo de constituir una Iglesia para si mismos, al contrario, sólo resisten a la actual orientación de la iglesia para permanecer en la única Iglesia de Cristo. Entre ellos ninguno "rechaza actuar como parte de un todo" ni quiere "pensar, rezar, comportarse y, en suma, vivir, no en y según la Iglesia, sino como un ser autónomo que fija él mismo la ley de su pensamiento, su oración y de su acción" (20); todo lo contrario, es para no cesar de pensar, rezar, actuar "en y según la Iglesia" que resisten a la nueva corriente eclesial, en la medida en que ésta trata de alejarlos, en la doctrina o en la práctica, de la Fe guardada y transmitida por la Iglesia. Tampoco rechazan "subesse capiti", estar sometidos a la Cabeza de la Iglesia, lo que sería otra manera de ser cismáticos (21); al contrario, para permanecer sometidos a la Cabeza invisible de la Iglesia resisten a la actual orientación (permitida, favorecida o querida por el Papa, poco importa), deseando sin cesar, y a pesar de desilusiones reiteradas, que la unión con la actual jerarquía, y sobre todo con el Vicario de Cristo, se restablezca lo antes posible sin tener por ello que plegarse a compromisos en un solo punto de doctrina. UN EQUIVOCO Sin embargo el conflicto surgido entre "obediencia" y verdad reposa, en realidad sobre un equívoco. Reside en el hecho de identificar falsamente la obediencia debida a la jerarquía con-una adhesión a orientaciones impuestas por miembros de la jerarquía contra el precedente Magisterio de la Iglesia. Tomemos el ejemplo del liberalismo y del ecumenismo que inspiran la nueva marcha -de la Iglesia y que suscitan la más viva resistencia de los "tradicionalistas". El liberalismo que "defiende la libertad civil de todos los cultos, la cual no es en sí contraria a los fines de la sociedad, sino con forme a la razón y al espíritu evangélico" ha sido condenado varias veces por la Iglesia a través del Magisterio de una larga serie de Pontífices, particularmente por Gregorio XVI, Pío IX, León XIII etc...(22). El Padre Garrigou-Lagrange agrega en su libro De Revelatione: "Los Soberanos Pontífices siempre enseñaron eso, por ejemplo Bonifacio VIII en la bula Unam Sanctam" (Dz.469), Martín V en la condenación de los errores de Juan Hus y de Wiclef f (Dz 469) y también León X condenando ex cathedra los errores de Martín Lutero..." Aún en 1967, el Padre Malteo da Casola contaba en el rango de los "cismáticos" que niegan la autoridad del Pontífice Romano en alguna materia en particular, a los "católicos liberales" y "a quien admita el sistema político religioso del liberalismo puro que enseña la absolu ta yplena independencia del Estado en relación a la Iglesia" (23). De allí que la "Declaración sobre la libertad religiosa" (Dignitatis Humanae),que se quiere imponer a todo precio a los católicos, fue redactada por „cismáticos". No entremos en debate. Basta aquí destacar que una mirada rápida sobre los documentos pontificios de los últimos 150 años permite demostrar que la nueva orientación eclesial es obra de una vieja corriente, desde hace mucho tiempo obstinadamente rebelde al Magisterio (24). Esta corriente, después de que la oposición fue reducida al silencio por medios más o menos honestos durante el Concilio, se instaló en los puestos de comando en el pos-Concilio, y exige hoy obediencia a sus propias orientaciones personales, contra todo el Magisterio precedente de la Iglesia. Lo mismo pasa con el ecumenismo irénico (25) de origen protestante que inspira todos los textos equívocos o inaceptables del Concilio antes del revoltijo litúrgico de Pablo VI. Este ecumenismo, que impuso e impone a los católicos las determinaciones más numerosas y graves, fue condenado repetidas veces por la Iglesia a través del Magisterio de León XIII (Testem benevolentiae, Satis cognitum), de San Pío X (Singulari quadam), de Pío XI (Mortalium animos), de Pío XII (Humana generis). No nos detendremos porque lo hemos denunciado e ilustrado suficientemente en este periódico. Pío XII escribía en su Mortalium animos que la caridad "no puede volverse en detrimento de la Fe" y que en consecuencia "la Sede Apostólica no puede de ninguna manera participar de sus congresos, (de los ecumenistas), y que de ninguna manera los católicos pueden votar a favor de tales proyectos o colaborar con ellos; si lo hicieran, acordarían una autoridad a una falsa religión cristiana enteramente ajena a la única Iglesia de Cristo'."' ¿Podemos soportar -continúa el Papa- que sea puesta en arreglos la verdad, y la verdad divinamente revelada? Sería el colmo de la iniquidad. Pues en tal circunstancia se trata de respetar la verdad revelada." Es la demostración del conflicto entre la Verdad y una pretendida "obediencia", conflicto que viven hoy tantos católicos. En cuanto al "diálogo" que habría que trabar con todos los errantes y todos los errores, no es más que una invención personal de Paulo VI, absolutamente sin precedente en los dos mil años de historia de la Iglesia.(26) No obstante, el católico no tiene el deber de estar en comunión con el Sucesor de Pedro más que en la medida en que él cumple los deberes de su cargo, es decir en la medida en que él guarda, transmite e interpreta fielmente el depósito de la Fe. No tiene ningún deber de estar en comunión con las "adinventiones", las invenciones - opiniones, puntos de vista, orientaciones personales -del Sucesor de Pedro. Más aún, si esas orientaciones están en conflicto con la pureza y la integridad de la Fe, la fidelidad a Cristo requiere resistir a quien quisiera de alguna manera imponerlas. Esto por la clara distinción que hay que establecer entre la obediencia debida a la autoridad y la adhesión a puntos de vista, a opiniones, a orientaciones personales de los que detentan la autoridad. Y como no es raro que se aproveche el equívoco descripto aquí arriba para tratar de hacer sentir remordimientos de conciencia a los "tradicionalistas", hoy más que nunca es necesario tener ideas claras sobre el Papado y sobre su función en la Iglesia. LA IGLESIA NO ES BICEFALA "El único cuerpo de la Iglesia una y única no tiene más que una sola cabeza, no dos, como un monstruo. Y es Cristo y su Vicario, habiendo el Señor dicho a Pedro: Apacienta a mis ovejas. Las mías dice..." (27). La única Iglesia de Cristo es entonces Una y bajo uno solo (28). Y porque Cristo y su Vicario no son dos cabezas distintas sino una sola y única Cabeza, la Iglesia no puede recibir de Cristo y del Papa dos orientaciones divergentes y menos aún, opuestas. Si el hecho se produjera, es inútil decir a quien corresponde el deber de fidelidad. El Papa es el Vicario y no el Sucesor de Cristo (29), y la Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo y no el Cuerpo Místico del Papa (30). Por ello San Jerónimo escribía al Papa Dámaso: "YO no sigo a nadie más que a Cristo como primera cabeza: luego estoy ligado por la comunión a Vuestra Beatitud, es decir a la Cátedra de Pedro, sabiendo que sobre esa piedra está edificada la Iglesia" (31). Cristo es la "piedra angular" sobre la cual se edificó la Iglesia; Pedro es piedra sólo "por participación" (32). Sí, él escuchó que "debía ser piedra; sin embargo no de la misma manera que Cristo. Cristo es la piedra verdaderamente firme. Pedro es firme por la virtud de Aquella" (33). Sin duda el Papa es "cabeza y jefe de la Iglesia, pero en el plano visible, en el orden jurisdiccional en la medida en que es asistido por Cristo (infalibilidad) durante el tiempo medido de su pontificado" (34). De allí que la comunión con el Papa es inseparable de la comunión con Cristo, la unidad de la Iglesia es la unidad con Cristo y su Vicario, jamás unidad con el Vicario fuera de Cristo o contra Cristo. La razón misma nos dice que "se debe obediencia a cada uno según su rango", si no, se altera el orden de la justicia (35). Notas: 1) Cf.por ejemplo el elogio repetido de Gallarati Scotti, amigo del joven Montini, en el Osservatore Romano (en adelante O.R.) del 7-7-76, del 14-1-79, del 5-6-81, etc—. VOLVER 2) O.R. del 8-9-77 3) O.R. del 10-81 4) Ver Si Si, No No, VIIQ año N 15, pág. 15. 5) León XIII: Carta Apostólica Apostolicae Curae del 13-91886. 6) San Agustín de Canterbury, obispo enviado por San Gregorio el Grande para evangelizar a Gran Bretaña; desembarcó sobre la costa inglesa en el 597 con unos cuarenta misio neros, estableció su primer monasterio en Canterburyy murió el 26 de mayo del 604. 7) Vid. Si Si, No No, VIIIª año, Nª 20. León X: Bula Exsurge Domine del año 1520. 9) O.R. del 6-11-83. 10) Vaticano II: Constitución dogmática Dei Verbum. 11) O.R. de los días 24 y 25 -6-85. 12) O.R de los días 14 y 16 -4-86. 13) Avvenire del 20-10-86. El Dalai Lama es considerado como la reencarnación de Buda. 14) O.R. del 17-9-86: Elementos para una base teológica de la jornada Mundial de Oración por la Paz; ver también Civiltá Cattolica del 20-4-85: El cristianismo y las religiones no cristianas. 15) Catecismo de San Pío X, Nª 24. 16) O.R. del 17-9-86. 17) Saludo del Papa a los "cristianos" en la catedral de San Rufino de Asís: O.R. de los días 27 y 28-10-86. 18) La edición italiana apareció enRicciardi, Milán-Nápoles; y la traducción francesa en Nouvelles Editions Latines, Paria. 19) Santo Tomás, in IV Sent; dist. XIII q. II a.1 ad 2. 20) Cayetano, in IIº IIº q. 39 a. I, Nº2. 21) Santo Tomás, II4 IIª q. 39, a. I. 22) Gregorio XVI, enc. Mirari vos (Dz.1613-6); Pío IX, enc. Quanta cura (Dz.1689 y ss.) y el Syllabus (Dz.1724-1755,17771780); León XIII enc Immortale Dei (Dz.1867) y enc Libertas (Dz.1932). 23) Compendio de Derecho Canónico, ed. Marietti, Turín, pág. 1320. 24) Cfr. E.E.Y. Hales La Chiesa Cattolica nel Mondo Contemporaneo, éd. Paoline, 1961. 25) Instrucción sobre el movimiento ecuménico de120-12-49, de Pío XII:"se debe evitar que en un espíritu que hoy se llama irénico, la doctrina católica, se trate del dogma o de verdades conexas, no sea -ella misma- por medio de un estudio comparado y, por un vano deseo de asimilación progresiva de las diferentes profesiones de fe, asimilada o acomodar de alguna forma, a las doctrinas de los disidentes, al punto de que la pureza de la doctrina católica tenga que sufrir o de que su sentido verdadero y cierto quede oscurecido" 26) Ver Romano Amerio, op. cit., cap. XVI, El diálogo. 27) Bonifacio VIII, Bula Unam Sanctam (Dz. 468). 28) Santo Tomás 11º 112,q. 39; a. I y Cayetano, in II' IIº, q. 39. 29) Cardenal Journet: L"Eglise du Verbe Incarné, Desclée de Brouwer, Friburgo 1962, pág. 526. 30) Ibidem, pág. 524; Cayetano: De comparada auctoritate Papae et concilii, cap. VIII, Nª 519. 31) Ep. XV, 2, citada por León XIII en la encíclica Satis cognitum del 29-6-96. 32) León XIII, Satis cognitum. 33) Homilía De Penitentia, atribuida a San Basilio, citada por el Concilio de Trento y por León XIII en Satis cognitum. 34) Cardenal Journet, op. cit. pág. 524. 35) Cita de Bossuet en el Diccionario de Teología Católica,t. IX col. 908.
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